- «Yo, Jerónimo» es tu primera novela, ¿cómo fue el proceso de escritura durante la pandemia? ¿Te encontraste con algún desafío inesperado?
Resultó difícil, demasiado. Uno quizá pueda inspirarse dándose una vuelta por el parque, o yendo a la playa. Pero al estar confinado en casa y tras haber contraído el COVID todo se hacía más difícil. Tardé cuatro años en escribir el libro y los más duros fueron mientras la pandemia vivía con nosotros, sin duda.
- En la novela, mencionas que Jerónimo es alguien que tiene dificultades para decir «sí» o «no» en el momento adecuado. ¿Qué tan relacionado te sientes con este rasgo del personaje? ¿Hay algo de ti en Jerónimo?
Ustedes lo han dicho, hay algo de mí en Jerónimo. El libro es parte de mi infancia y adolescencia en la educación primaria, secundaria y bachillerato y es la deuda que tengo con mis padres. Yo sufría acoso escolar, y lo que no he contado nunca, está en el libro. Por eso, el libro es esa espina que me saco. Como no tuve el valor suficiente para hablar, escribí. Así que si la obra se llamase “Yo, Juan”, sería lo mismo.
- ¿Cómo ha influido tu amor por el mundo clásico en la narrativa y los temas que abordas en «Yo, Jerónimo»?
Yo por “mundo clásico” entiendo a los antiguos griegos y, por supuesto, a los romanos; Homero, Virgilio, Aristóteles, Cicerón, etc. Hoy día puedo afirmar que soy Filólogo Clásico y, como es de esperar, la obra tiene mil referencias. Ya sea un título en latín, algún pasaje que haya traducido o el título mismo de la obra. Además, Julio Verne y “20.000 leguas de viaje submarino” siempre me han maravillado.
- ¿Qué autores o libros han marcado tu vida como lector y escritor? ¿Hay algún autor clásico que te haya inspirado especialmente?
De niño mi padre me leía una adaptación para niños de “20.000 leguas de viaje submarino”, era muy cortita y al mes podría leérmela veinte veces. También, cada noche antes de dormir, me leía los libros de “Gerónimo Stilton”. Había muchas veces en las que mi padre frotaba ciertas páginas de los libros para que las oliera y muchas veces fruncíamos el ceño de lo mal que olían.
- Aparte de escribir, ¿tienes algún otro hábito o rutina que consideres esencial para tu proceso creativo?
Entrenar. Entrenar para mí es algo que me ayuda a despejarme y a aclarar mis ideas. Es ese momento en el que soy capaz de conectar conmigo mismo y dejar la mente en blanco. Quizá sea en ese momento, cuando estoy entre los hierros del gimnasio, cuando la creatividad aflore en mí. Pero tal y como diría Picasso: “que la inspiración me encuentre cuando esté trabajando”.
- Al ser tu primera obra publicada, ¿qué ha sido lo más sorprendente que has aprendido sobre el mundo editorial hasta ahora?
La verdad es que desconocía este mundo por completo, algo completamente nuevo y desconocido para mí. Cuando acabé la obra no tenía ni idea de hacia dónde ir, pero por suerte investigué y di con una editorial que hizo posible la publicación de la obra.
- ¿Qué consejo le darías a alguien que está considerando escribir su primera novela?
Que no tenga miedo a equivocarse, que escriba con pasión y que plasme con papel y tinta todo aquello que desee expresar. Que no se compare con nadie, pues eso solamente trae quebraderos de cabeza que nadie tiene necesidad de buscarse.
- Por último, ¿qué libro nos recomendarías a los lectores de Queleer.es para leer después de «Yo, Jerónimo»?
A finales de este año o primeros del siguiente traeré mi segunda obra, una obra en la que el destino, la traición y el amor están servidos. Es una obra más ambiciosa que esta primera, a fin de cuentas “Yo, Jerónimo” es una autobiografía.
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